Rodrigo García

Bienvenidos a mohenjo-daro

6 mayo - 3 junio 2023

Es un teatro que fui poblando de a poco, durante la primavera, el verano y hasta el otoño pasado, a fuerza de reciclar e intervenir pequeños objetos sin valor que acumulé intencionadamente durante tres años en el garaje de casa. Son viejos conocidos míos.

El criterio de selección fue azaroso, no correspondió a una idea preconcebida. Me decía: este vale, este otro no me sirve.

¿Para qué? No sabía.

Intervine de a poco cada uno de los objetos procurando ser lo más económico (evitando el barroquismo, que ya llegaría más tarde, cuando el objeto forme parte de un todo) a fin de descubrir su potencialidad gestual. Me impuse alterarlos lo mínimo siempre que consiguiese dotarlos de cierta expresividad, por qué no, cercana al animismo. Tal vez por esto Bienvenidos a Mohenjo-Daro se revela, en parte, como universo infantil.

Luego los vínculos, las relaciones, las conexiones, aparecieron casi sin mi ayuda, los nuevos objetos se unieron y repudiaron por sí solos.

Trabajando, sentí que estaba dentro de una ficción arqueológica, ante restos de una civilización olvidada en un paisaje excavado en mi garaje


“Una cuadrícula de calles bien planificada y un elaborado sistema de drenaje sugieren que los ocupantes de la antigua ciudad de la civilización del Indo de Mohenjo Daro eran hábiles planificadores urbanos con reverencia por el control del agua. Pero quién ocupó la antigua ciudad en el actual Pakistán durante el tercer milenio antes de Cristo sigue siendo un enigma. La ciudad carece de palacios, templos o monumentos ostentosos. No hay una sede central obvia del gobierno o evidencia de un rey o una reina. Aparentemente, se prefería la modestia, el orden y la limpieza. Se estandarizaron la alfarería y las herramientas de cobre y piedra. Los sellos y los pesos sugieren un sistema de comercio estrictamente controlado.” (National Geographic)

 

Rodrigo García (Buenos Aires, 1964). Es uno de los dramaturgos y directores más destacados de la actual escena posmoderna y experimental, tanto en España como en el resto del mundo. Sus piezas se han representado, siempre acompañadas de polémica, en los principales festivales de Europa y América, como el de Aviñón, el de Atenas y la Bienal de Venecia, y son reconocidas como potentes revulsivos éticos, políticos y artísticos. De origen familiar humilde y criado en uno de los barrios más conflictivos de la capital argentina, su interés por el arte, en general, y por el teatro, en particular, lo lleva a emigrar a España en 1986, donde desarrolla el grueso de su carrera escénica. Influido por los grandes renovadores de los años 70 –especialmente por Tadeusz Kantor y Pina Bausch, pero también por su compatriota Eduardo Pavlovsky– y emparentado con colectivos como The Wooster Group o Periférico de Objetos, su obra encuentra acomodo en salas independientes del entorno madrileño como Teatro Pradillo o la Cuarta Pared. Hasta principios del nuevo milenio combina la investigación teatral con su trabajo como publicista; de esta experiencia profesional saca buena parte de su inspiración para piezas contestatarias como Compré una pala en Ikea para cavar mi tumba (2002) o Historia de Ronald, el payaso de McDonald’s (2002). Entre sus títulos más significativos, cabe citar, aparte de los mencionados, Prometeo (1992), After Sun (2000), Agamenón. Volví del supermercado y le di una paliza a mi hijo (2003), Versus (2008), Muerte y reencarnación en un cowboy (2009) o Gólgota pícnic (2011). Desde 1989 dirige la compañía La Carnicería Teatro, con la que produce todas sus creaciones y que cuenta con colaboradores incondicionales como el actor Juan Loriente y el iluminador Carlos Marquerie, que a partir de 1990 abrió en el Teatro Pradillo de Madrid un espacio para la creación interdisciplinar, favoreciendo los cruces con las artes plásticas y la música, especialmente los encuentros entre el teatro y la danza, y con la intención de establecer relaciones de intercambio y diálogo con los teatros y artistas escénicos internacionales más avanzados.  A finales de 2013 es nombrado director del Centro Dramático Nacional de Montpellier-Languedoc-Rosellón, convirtiéndose en el primer creador no galo en ocupar este cargo. Además de su trayectoria en el mundo teatral, ha mantenido actividad en el campo de la creación literaria y artística, destacando las instalaciones y su trabajo performativo.